domingo, 28 de septiembre de 2008

Eliécer Calzadilla hoy en Correo del Caroni: PRESENTE

Correo del Caroni, Puerto Ordaz, Estado Bolivar 

domingo, 28 de septiembre de 2008 

Eliécer Calzadilla 
PRESENTE 

Hace algunas horas enfrentó la muerte que le traía el balazo de un sicariato al servicio de quienes pretenden acallar voces de denuncia y enterrar principios democráticos. La gran pregunta en nuestra Redacción ayer fue si al sobrevivir al atentado y encontrarse en una clínica con una bala en su cuerpo, Eliécer Calzadilla estaría presente en la edición de hoy con su muy leído artículo semanal. Anoche hizo llegar el texto que le dictó a su hija María. En una parte de su escrito Calzadilla afirma: "Mi gran pasión y mi gran dolor es Venezuela". 

Escribe asi: 

Escribir sobre la inseguridad en Venezuela es confirmar lo que todo el mundo sabe. Para los venezolanos no es el imperio ni los rusos ni el armamento ni el magnicidio el principal problema que los afecta. Es la inseguridad. Más del setenta por ciento de los venezolanos consultados afirman que ese es su principal problema personal y el primer problema del país. Paralela a esa constatación existe la convicción de que el Estado venezolano es un estado fallido, fracasado, inútil. En materia de seguridad el gobierno anda por un lado y los reclamos y los anhelos del país por otro. 

Dictar desde la habitación de una clínica con la herida de una bala en la cabeza que fracturó una vértebra y permanece alojada en la espalda es otra cosa. Ese es mi caso. La pasada noche del viernes, al salir del cine decidí con mi mujer cenar en el restaurante que más frecuentamos en Puerto Ordaz. Además de excelente comida tiene estacionamiento seguro, allí he ido ciento de veces y no recuerdo que haya habido un solo asalto. La noche del viernes me tocó a mí. Un par de pistoleros, dentro del estacionamiento, sin mediar palabra alguna, sin exigirme entregarles el carro o el dinero, al bajarme del vehículo, me realizaron dos disparos. El primero, como a metro y medio de distancia, que falló afortunadamente, y el segundo a quemarropa en la cabeza, con la fortuna de que en el forcejeo se resbaló la punta del arma homicida, el disparo entro por detrás de mi oreja derecha y causó varios daños excepto la muerte, por eso puedo dictar estas notas. 

Los criminales, como siempre -o como casi siempre- se fugaron, la ley del miedo, la ley del silencio y la ley que aconseja no acudir a la policía porque no pasa nada, andan allí flotando como unas nubes en el lugar de los hechos. 

Muchos de mis amigos, la mayoría, conjeturan que se trató de un asesinato por encargo. Todos ellos saben que no uso joyas, que no cargo sumas de dinero en los bolsillos y que conduzco un carro modesto. Aclaro esto último porque desde esta página del Correo del Caroní, desde hace más de 15 años, si no me equivoco, convierto en palabras mis sueños por un país mejor. Por una Venezuela que no sea en absoluto gran potencia, sino un país poblado de gente próspera, feliz, educada y ciudadana. Esos sueños se estrellan muy a menudo con una realidad brutal de atraso, corrupción y violencia. Los gobiernos venezolanos con pocas y puntuales excepciones históricas han sido y son demostración de premodernidad, ineficacia, corrupción, populismo, nepotismo y autoritarismo. Esos gobiernos tienen la primera responsabilidad en la falta de construcción de instituciones y de Estado. 

Por nacimiento y por decisión, mi primera lealtad y mi primera pasión es con esta tierra guayanesa. Mi gran pasión y mi gran dolor es Venezuela. Desde hace muchos años, pero sobre todo desde los últimos diez años, con los gobiernos chavistas desde el poder, se ha querido implantar, contra la voluntad del pueblo, un modelo social, económico y político cuya molécula esencial es el odio. A ese modelo que no cree en la pluralidad, ni en la libertad de expresión, ni en la disidencia, ni en la democracia, he dedicado un gran número -por no decir la mayoría de mis notas dominicales- en este último decenio. 

A la Virgen María Auxiliadora, mi protectora, le he rogado que este balazo del que convalezco no haya salido de un fanático del oficialismo o del gobierno. No porque tenga miedo, que no tengo, sino porque no voy a dejar de escribir, ni de denunciar, ni de exigir libertad, pluralidad y democracia. Si ni el gobierno, ni el oficialismo, ni los fanáticos que se dicen revolucionaros nada tienen que ver con esto, deben cumplir con su deber y capturar vivos a los culpables. 

Si por el contrario fueron delincuentes comunes, rateros, malandros los que me balearon, es porque saben que en Venezuela hay total impunidad, que en gran medida los botines del delito se reparten con unos cuantos policías corruptos, que los tribunales penales son para poner en libertad a los delincuentes y no para sancionarlos de acuerdo a la ley. En este último caso también voy a seguir escribiendo y denunciando. Ya lo he escrito antes en estas páginas, este no es el país que quiero para mis hijos y mis nietos. Como demócrata que soy, aspiro que por vía electoral un día no muy lejano desplacemos a Chávez y a los chavistas del poder para sustituirlos por un gobierno que gobierne y que eleve la condición de los pobres venezolanos a un estado de prosperidad y dignidad que Chávez desconoce por completo. 

A mis incontables amigos que me han visitado, me han llamado y han rezado por mí, gracias infinitas. A los médicos que me atendieron y me atienden no hay forma de pagarles. A todos ellos, pase lo que pase, con este o con cualquier otro balazo mi invitación es a no desmayar en la lucha por la libertad. Por un país sin excluidos, donde los chavistas y los no chavistas expresen libremente sus ideas sin que los metan en una lista de excluidos, condenados al desempleo y sin que a nadie se le ocurra meterle un balazo a un chavista porque es chavista.

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